La Inteligencia Artificial (IA) surge como la gran esperanza para revitalizar el transporte público y transformar la gestión del tráfico urbano. La caída en el número de pasajeros, un problema que ya existía antes de la pandemia y que se ha agravado con ella, requiere soluciones innovadoras y eficientes. Es en este escenario donde la IA se presenta como protagonista, prometiendo revolucionar la forma en que nos movemos en las ciudades.
El lanzamiento de ChatGPT en 2022 encendió un debate crucial sobre el potencial de la IA, especialmente por su capacidad para automatizar tareas y optimizar procesos a escala global. Sin embargo, es importante reconocer las limitaciones de los Modelos de Lenguaje a Gran Escala (LLM), que aún dependen de la formación específica para garantizar la seguridad y la eficiencia en tareas más complejas.
Si bien los chatbots son la cara más visible de esta transformación, el potencial de la IA va mucho más allá. La analítica de datos, la detección de anomalías, el mantenimiento predictivo, la analítica de vídeo y el modelado de la demanda ya están presentes en los sistemas de transporte público de diferentes partes del mundo. De acuerdo con la UITP, tres áreas principales concentran los avances más relevantes: los LLM (chatbots), la analítica de video y el modelado predictivo. Los dos primeros están impulsados por el aprendizaje profundo, mientras que el modelado predictivo se beneficia de métodos más tradicionales pero igualmente potentes.
En el servicio al pasajero, los LLM están cambiando la forma en que interactuamos con el transporte público. Imagine un futuro en el que cada usuario tenga acceso a un asistente personal las 24 horas del día, capaz de responder preguntas, proporcionar información en tiempo real y resolver problemas rápidamente. Esto ya ocurre en países como Suiza (PostBus), con información multilingüe en tiempo real; Singapur, donde los avatares digitales traducen texto y audio al lenguaje de señas, promoviendo la accesibilidad; Italia, con la aplicación Velvet que ofrece experiencias personalizadas; Estados Unidos y Japón, donde los chatbots brindan asistencia tanto a los pasajeros como a los trabajadores de los transportistas.
El análisis de vídeo con IA ha transformado la seguridad y la eficiencia operativa. Hoy en día, ya existen sistemas capaces de detectar comportamientos erráticos, equipajes abandonados, analizar de forma colaborativa imágenes de múltiples cámaras y generar informes de incidentes en tiempo real. En ciudades como Singapur, la tecnología es compatible con el monitoreo del conductor, la prevención de la fatiga y la detección de puntos ciegos. En Sofía, la IA clasifica los niveles de aforo e inspecciona los carriles exclusivos, mientras que en Barcelona, las cámaras identifican en tiempo real a los evasores. En Boston, las aplicaciones impulsadas por IA guían a las personas con discapacidad visual a las paradas de autobús.
“Adoptar la Inteligencia Artificial en el transporte público es invertir no solo en eficiencia operativa, sino también en inclusión y calidad de vida para los ciudadanos. La tecnología es esencial para crear sistemas más fiables al servicio de los ciudadanos, conectando a las personas con la ciudad del futuro.”
Otro pilar fundamental es el modelado predictivo. Con la IA, los gestores pueden predecir la demanda, optimizar rutas, programar el mantenimiento y aumentar la seguridad de la infraestructura. Las aplicaciones incluyen la planificación de turnos del conductor, la programación operativa y la evaluación de la probabilidad de fallas en componentes estratégicos, lo que garantiza una mayor eficiencia y satisfacción para el pasajero.
Sin embargo, el avance de la IA en el transporte público también trae consigo importantes retos, como la necesidad de contar con equipos multidisciplinares capaces de integrar el conocimiento técnico, la gestión de datos, la innovación y la visión estratégica. El éxito depende no solo de la tecnología en sí, sino de la colaboración transparente entre los proveedores de tecnología, los operadores, los gestores públicos y los usuarios finales. Es esencial invertir en formación avanzada, gestión del cambio y gobernanza que garanticen la seguridad de los datos, el respeto de la privacidad y la creación de confianza con la sociedad.
Además, la gobernanza ética de la IA desempeña un papel central en este proceso de transformación. La definición de estándares claros para el uso de datos, la implementación de prácticas de monitoreo responsable y el diálogo abierto con la sociedad son pasos esenciales para que la innovación tecnológica vaya de la mano con los valores de inclusión, diversidad y sostenibilidad. La capacidad de equilibrar la automatización y la empatía, la eficiencia y la accesibilidad, será decisiva para construir sistemas de transporte público verdaderamente humanos y resilientes.
Por lo tanto, la IA no es solo una herramienta para resolver problemas existentes: es un catalizador para la innovación y la transformación. Para extraer el máximo potencial de estas tecnologías, los gestores públicos, los operadores, las empresas de tecnología y la sociedad civil deben garantizar una implementación ética y responsable, maximizando los beneficios y minimizando los riesgos.
El futuro ya está aquí y requiere sistemas de transporte público cada vez más accesibles, innovadores y centrados en las personas.
Este artículo es de autoría de Jurandir Fernandes, vicepresidente honorario de la UITP. Fue presidente del Denatran (Brasilia) y de los Consejos de Administración del Metro de São Paulo, CPTM y EMTU-SP. Actualmente coordina el Grupo de Movilidad del Sindicato de Ingenieros de São Paulo. Es miembro del Consejo Internacional del Centro Paulista de Estudios de la Transición Energética (Unicamp) y del Consejo del Frente Parlamentario por los Centros Urbanos (Brasilia).