” El secreto del cambio es Enfoca toda tu energía no en luchar contra el anciano, sino en la construcción de lo nuevo. “ Sócrates
Este artículo presenta el panorama mundial del hidrógeno verde y explora el vasto potencial sin explotar de Brasil como actor clave en la revolución energética, destacando las ventajas competitivas que tiene el país y cómo puede posicionarse en el mercado global. Los términos “hidrógeno verde”, “hidrógeno renovable” a menudo se usan indistintamente. Se refieren al hidrógeno producido a partir de fuentes de energía renovables, como la solar, eólica, hidroeléctrica y biomasa, utilizando procesos como la electrólisis del agua.
Hay quienes consideran que el hidrógeno verde es solo el producido por la electrólisis del agua a partir de fuentes de energía eólica o solar y consideran que el hidrógeno es renovable, incluidas otras fuentes de energía renovables como el etanol y las centrales hidroeléctricas. Vale la pena recordar que las centrales hidroeléctricas no se consideran cero emisiones debido a la liberación de metano por la descomposición de la materia orgánica cubierta por las represas y la eliminación de la capacidad de secuestro de carbono de las áreas inundadas. En resumen, la principal característica del hidrógeno verde o renovable es que su producción no utiliza combustibles fósiles y no genera emisiones significativas de gases de efecto invernadero, lo que lo convierte en una opción respetuosa con el medio ambiente.
El mundo está pidiendo a gritos alternativas energéticas limpias y sostenibles, y el hidrógeno verde (H2V) emerge como uno de los pilares de esta transformación. En un escenario global cada vez más consciente de la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir con los ambiciosos objetivos del Acuerdo de París, el H2V surge como un vector energético capaz de sustituir a los combustibles fósiles en diversos sectores de la economía, desde la industria pesada hasta el transporte. La versatilidad del H2V radica en su capacidad para ser utilizado tanto como materia prima en procesos industriales como en pilas de combustible para generar electricidad.
Las ventajas competitivas de Brasil son notorias: abundancia de recursos renovables, vasta extensión territorial y creciente experiencia en energía limpia. El sol que brilla sobre el Nordeste, los vientos que soplan en el Sur y el agua que fluye en nuestros ríos son la materia prima para la producción de hidrógeno verde que puede impulsar la economía brasileña y contribuir a un futuro más sostenible. La energía solar, por ejemplo, en el noreste brasileño, tiene uno de los mayores factores de capacidad del mundo, lo que hace que la región sea ideal para la producción de H2V por electrólisis.
“Finalmente, será necesario atraer capital al sector y para ello es fundamental que contemos con un marco legal sólido que brinde seguridad jurídica a quienes deseen invertir en esta ruta de transición energética”, refuerza Jurandir Fernandes
Si bien varios países ya están invirtiendo fuertemente en la producción de H2V, Brasil todavía está luchando en medio de obstáculos burocráticos y la falta de una visión estratégica a largo plazo. Australia, por ejemplo, está invirtiendo en proyectos a gran escala para exportar H2V a Asia, mientras que Alemania busca diversificar sus fuentes de energía y reducir su dependencia del gas natural ruso. Arabia Saudita, por su parte, planea utilizar su amplia experiencia en la producción de hidrocarburos para convertirse en un importante exportador de H2V.
Podemos ser productores, exportadores y consumidores, aprovechando al máximo nuestros recursos. La producción de H2V a partir de la electrólisis del agua utilizando energías renovables es el camino más prometedor, pero también podemos explorar otras tecnologías, como el reformado con vapor de etanol con captura y almacenamiento de carbono siempre que se garantice su sostenibilidad. Es decir, si el etanol se produce de manera sostenible, con bajas emisiones y prácticas agrícolas responsables, y si la resiembra de caña de azúcar compensa las emisiones de la reforma, se puede argumentar que el resultado es hidrógeno “renovable”. Sin embargo, es importante ser transparente sobre las emisiones involucradas y cómo se compensan.
La exportación de H2V a países con alta demanda y pocos recursos renovables es una oportunidad de oro para Brasil. Podemos suministrar energía limpia a Europa, Asia y otros mercados hambrientos de alternativas a los combustibles fósiles.
En el mercado interno, el H2V puede impulsar la descarbonización de la industria, el transporte y la generación de energía, reduciendo nuestra dependencia de los combustibles importados y creando empleos.
En la industria, el H2V se puede utilizar en la producción de acero verde, amoníaco verde para fertilizantes y metanol verde para la producción de plásticos.
En el transporte, el H2V se puede utilizar en pilas de combustible para proporcionar energía eléctrica a coches, autobuses, camiones e incluso barcos.
En la generación de energía, el H2V se puede utilizar para almacenar el exceso de energía renovable generada en momentos de alta producción y baja demanda, y para generar electricidad en momentos de baja producción y alta demanda.
Sin embargo, para que todo esto se haga realidad, es esencial que Brasil invierta fuertemente en infraestructura y tecnología. Necesitamos construir oleoductos para transportar el hidrógeno, terminales de exportación para enviar el producto e instalaciones de almacenamiento para garantizar un suministro continuo. Además, es fundamental invertir en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías, como electrolizadores más eficientes y pilas de combustible más baratas.
El mensaje es claro: Brasil tiene el potencial de liderar la revolución del hidrógeno verde, pero necesita actuar con competencia, audacia y determinación.
><
Este artículo es escrito por Jurandir Fernandes, vicepresidente honorario de la UITP. Fue presidente de Denatran (Brasilia) y de los Consejos de Administración del Metro de São Paulo, CPTM y EMTU-SP. Actualmente coordina el Grupo de Movilidad del Sindicato de Ingenieros de São Paulo. Es miembro del Consejo Internacional del Centro de Estudios de Transición Energética de São Paulo (Unicamp) y del Consejo del Frente Parlamentario de Centros Urbanos (Brasilia).